Este miércoles 20 de marzo llega la primavera en el hemisferio norte, produciéndose el equinoccio de primavera, a la vez que la fracción sur del planeta recibe al otoño y su respectivo equinoccio.
Ambos equinoccios duran unas 12 horas cada uno y en ambos casos el Sol sale exactamente por el este y se pone precisamente por el oeste. Así, día y noche duran lo mismo. Y de ahí la etimología de “Equinoccio”, palabra formada por los términos latinos “aequus” (igual) y “noctis” (noche).

Los dos equinoccios como la intersección del ecuador celeste y la eclíptica, y los solsticios, momentos del año en los que el Sol alcanza su máxima posición meridional o boreal; las cuatro situaciones en las que inician las cuatro estaciones del año.
Como es sabido, la duración del día (entendido como horas de luz solar) aumenta desde el solsticio de invierno, en que alcanza su mínimo, hasta el solsticio de verano, en que llega a su máximo.
La duración de esta primavera será de 92 días y 18 horas.”
En el hemisferio norte, y a lo largo de 6 meses, cuando torne el otro equinoccio, el Sol se va a situar en el hemisferio norte celeste, sobre del ecuador celeste.
Como curiosidad, cabe destacar que en las regiones localizadas a lo largo del ecuador terrestre durante los equinoccios el Sol se encuentra a mediodía en perspectiva puramente cenital, de manera que prácticamente no se generan sombras.
El equinoccio de primavera se utiliza para calcular cuándo se celebra la Semana Santa. El Domingo de Resurrección es aquel tras la Luna Llena posterior al equinoccio de la primavera.
Mientras haya en el mundo primavera, ¡habrá poesía!” Gustavo Adolfo Bécquer