La relación entre dieta y salud es conocida desde la antigüedad. Ya Hipócrates, en la Grecia Clásica del S V a. C., utilizaba los alimentos con finalidad medicinal.

Sin embargo, no es hasta mediados de los años 80 del siglo XX cuando se comienza a usar el término “functional food” (alimento funcional), concretamente en Japón.

Un alimento puede ser considerado funcional si se ha demostrado de manera un efecto beneficioso sobre una o varias funciones en el organismo.”

"Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina”. Hipócrates de Cos, padre de la medicina.

“Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina”. Hipócrates de Cos, padre de la medicina.

Es en esa década cuando los alimentos saludables para un uso específico (Foshu) comienzan a ser promocionados por el gobierno japonés.

“Foshu”es un término empleado en el país nipón para designar los “alimentos con efecto específico sobre la salud”, los cuales gozan de gran popularidad entre la población; las más longeva del planeta.

Los alimentos funcionales deben ser parte de patrones normales de alimentación.”

En 1999, el concepto de alimento funcional fue difundido en el documento de consenso Functional Food Science in Europe (FUFOSE) por el International Life Science Institute (ILSI) Europe.

Logo del Foshu, categoría que Japón aplica a los alimentos saludables certificados.

Logo del Foshu, categoría que Japón aplica a los alimentos saludables certificados.

Según el ILSI, un alimento puede ser considerado funcional si se ha demostrado de manera satisfactoria que posee un efecto beneficioso sobre una o varias funciones específicas en el organismo, más allá de los efectos nutricionales habituales, siendo esto relevante para la mejoría de la salud y el bienestar y/o la reducción del riesgo de enfermar.

Hay que diferenciar entre un alimento enriquecido y un alimento funcional.”

Cabe destacar que los alimentos funcionales son expresamente alimentos; de manera que no adoptan formatos de cápsulas, píldoras u otros modos de procesamiento industrial.

También es de importancia entender al respecto que deben demostrar sus resultados en cantidades que puedan ser normalmente consumidas en la dieta, pues como alimentos deben ser parte de patrones normales de alimentación.

Educar a la población en hábitos alimentarios saludables es uno de los mayores retos en la actualidad.

Educar a la población en hábitos alimentarios saludables es uno de los mayores retos en la actualidad.

Los alimentos funcionales no son sustitutos de la dieta habitual y no deben ser considerados una panacea. Si se incorporan en la alimentación cotidiana y se combinan con un estilo de vida sano, pueden contribuir de forma positiva a mejorar la salud y el bienestar del individuo.

Según el ILSI, un alimento funcional puede ser:

  • Un alimento natural.
  • Un alimento donde la naturaleza de uno o más componentes ha sido variada.
  • Un alimento al que se le ha agregado o eliminado un componente por alguna tecnología o biotecnología.
  • Un alimento en el cual la biodisponibilidad de uno o más de sus componentes ha sido modificada.
  • Combinaciones de las posibilidades previas.

Claves para entender este tipo de alimentos

Los alimentos funcionales no deben ser concebidos como productos novedosos, pues son en general alimentos ancestrales, que el hombre ha usado desde tiempos pretéritos.

Aunque no existe una legislación europea propiamente dicha con respecto a los alimentos funcionales, ya se contempla en las regulaciones actuales de la UE.”

El consumo de alimentos funcionales es planteado como una de las posibles soluciones para compensar la falta de nutrientes derivada de los desequilibrios en la dieta industrial, común en hoy en día.

Hojas de Moringa orgánica, alimento funcional.

Hojas de Moringa orgánica, alimento funcional.

El mayor reto el respecto, según los expertos en la materia, es estudiar la relación entre un alimento, o uno de sus componentes, y la mejora la de salud o la disminución del riesgo a enfermar.

Debido al gran desconocimiento por parte de la población en general, es vital ofrecer a los consumidores información científicamente validada sobre los beneficios que podría suponer para su salud el consumo de alimentos funcionales.

Educar a la población en hábitos nutricionales saludables es uno de los mayores retos en la actualidad.”

Fuentes